Redacción
09/11/2011
El dato sugiere por un lado que las autoridades han conseguido moderar el riesgo inflacionario con medidas de enfriamiento y, al tiempo, recuperar margen para reintroducir medidas destinadas al crecimiento que soslayen las dificultades derivadas de la ralentización en los mercados occidentales.
Pekín espera poder mantener un objetivo de crecimiento alrededor del 9%, es decir un punto por encima del 8% que considera clave para evitar riesgos de descontento social.
La inflación también es un factor sensible en una sociedad todavía muy dependiente de los gastos básicos. Así, la inflación en los alimentos se ha moderado en octubre para situarse en el 11,9%, respecto al 13,4% en septiembre.
Otros datos que confirman la entrada de China en una fase de aterrizaje suave con respecto a los crecimientos disparados de dos dígitos son los de la producción industrial y las ventas al detalle, que han crecido menos que en el mes anterior.
Tanto uno como otro valor se han situado dos décimas por debajo de las previsiones, concretamente en un 13,2% y un 17,2%.
También el sector inmobiliario presenta un claro enfriamiento puesto que en octubre, un mes considerado bueno para la venta de vivienda, las operaciones de compra han retrocedido un 25% respecto a septiembre.
La bolsa de Hong Kong ha saludado con subidas la moderación de la inflación precisamente porque abre la puerta al fin de las medidas draconianas introducidas meses atrás por Pekín para frenar el incremento sostenido de los precios. La inflación china llegó a situarse en julio en el 6,5%.
Los analistas consideran que las autoridades económicas chinas podrían rebajar antes de final de año el ratio de provisiones que las entidades financieras deben poner a disposición del Banco de China (Central).
Una política monetaria menos estricta permitiría hacer sostenibles índices de crecimiento altos, alrededor del 9%, sin que se dispare la inflación nuevamente o se generen burbujas.
Al fin y al cabo, China debe tomar las riendas de la reactivación de la economía mundial y asumir el papel de motor que tire de Europa, Estados Unidos y Japón.
La comunidad internacional, la Directora Ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI) Christine Lagarde en persona e in situ, así se lo reclaman.
En su visita a Pekín, Lagarde demanda de los responsables de la segunda economía mundial una actitud diferente en materia comercial, es decir, medidas que reequilibren los balances con las economías desarrolladas y una participación activa en la estabilización del sector financiero internacional en general y del europeo en particular.