Redacción
15/11/2011
El
documento, el primero de su género, elogia los esfuerzos de las autoridades económicas chinas en la línea de la regulación y la liberalización, pero considera que los bancos chinos pueden alimentar, con flujos de capital mal direccionados, disfunciones en terrenos como las infraestructuras o las malas prácticas en el propio sector financiero.
Para el FMI, los bancos chinos siguen estando demasiado ligados a los designios del gobierno en lugar de regirse por las leyes del mercado financiero, para empezar, por el valor artificial del yuan o renminbi, la divisa china cuyo tipo de cambio fija el gobierno en una horquilla con estrecho margen de oscilación.
Esta dependencia de las decisiones políticas ha hecho que se invirtiera un 40% más por cada dólar de crecimiento del PIB de lo que invirtieron en su momento Corea del Sur o Japón cuando se encontraban en el estadio de países en vías de desarrollo.
Jonathan Fiechter, uno de los responsables del estudio, considera que, incluso reconociendo que no existe un riesgo inminente, China debería corregir estas tendencias poco sostenibles de su sector financiero lo antes posible.
Con la colaboración de las autoridades monetarias chinas, el FMI ha llevado a cabo pruebas de resistencia a un total de diecisiete instituciones financieras en la República Popular.
El estudio del FMI llega en un momento de mayor colaboración de la gran potencia emergente con la institución, que ha incorporado en su cúpula a un prestigioso economista Zhu Min, vicedirector ejecutivo, signo del nuevo papel motor de la economía mundial que está empezando a jugar China.