Redacción
09/09/2011
El
viaje de Mitchell durará una semana y además de iniciar conversaciones con miembros del nuevo gobierno, tiene previsto entrevistarse con la líder opositora y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y con distintos grupos políticos y civiles.
Estados Unidos intentará presionar para que el régimen birmano avance hacia la democracia y la reconciliación nacional y así poder levantar las sanciones internacionales.
La visita del diplomático norteamericano coincide con la que realiza la comisaria europea para la Cooperación Internacional, Ayuda Humanitaria y Respuesta a Crisis, Kristalina Georgieva.
Desde que se celebraron las elecciones legislativas el pasado noviembre, fruto de la hoja de ruta diseñada por los militares para llevar a cabo una transición totalmente tutelada, diversos funcionarios de Naciones Unidas y de diferentes países han viajado a Birmania para iniciar conversaciones con el nuevo gobierno.
El régimen birmano ha hecho en los últimos meses algunos movimientos que señalan una voluntad de cambio o al menos de intentar mejorar su imagen internacional.
El presidente del nuevo gobierno se entrevistó en Rangún con la líder opositora Aung San Su Kyi, que también ha mantenido contactos con algunos ministros. Además se le ha permitido viajar por el país y ha podido
publicar un artículo en un diario por primera vez en 23 años.
También han anunciado la creación de una
comisión de derechos humanos integrada por 15 funcionarios, jueces jubilados, diplomáticos y académicos, para proteger los derechos de los birmanos y mejorar las relaciones con el movimiento pro democrático.
La misma reunión con el representante norteamericano, que en otros momentos ni siquiera se hubiera producido, es una señal de que los tiempos cambian y buscan rebajar su aislamiento internacional.
El pasado 7 de noviembre Birmania celebró sus primeras elecciones en 20 años y constituyó el nuevo parlamento poniendo fin a casi cincuenta años de gobierno militar.
Las elecciones fueron boicoteadas por el Partido de Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia (LND), que denunció que todo el proceso estaba controlado por la junta militar y no era democrático.
El gobierno militar no permitió que ni la LND ni Aung San Suu Kyi se presentaran a las elecciones. La premio Nobel de la Paz fue puesta en libertad seis días después de celebrarse los comicios tras pasar más de 19 años privada de libertad.
El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó una resolución que señalaba los graves déficits democráticos de los comicios y calificaba todo el proceso electoral de ilegítimo.