Redacción
09/09/2011
Prueba de ello son las decisiones en cadena de los bancos centrales de la región, que en los últimos días han evitado subir los tipos en previsión de una eventual ralentización a escala mundial.
Este jueves, el banco central surcoreano mantenía los tipos de interés en el
3,25 aduciendo la incertidumbre que rodea el comportamiento de las economías de Estados Unidos y Europa.
En el mismo sentido actuaban poco después los bancos de
Indonesia, Malasia y
Filipinas.
Todos ellos han regresado a la preocupación por el crecimiento una vez se han diluido notablemente las presiones inflacionarias precisamente debido a los indicios de ralentización global.
Australia ya se había adelantado a principios de semana adoptando la misma decisión prudente de mantener los tipos a pesar de haber registrado un crecimiento mayor del esperado en el segundo trimestre.
Al tiempo, no es que la inflación no sea considerable, sobre todo en economías de acelerados crecimientos, como la india o la china, pero la preocupación por el futuro pesa más.
China consigue controlar la inflación
El incremento del IPC ha sido durante el último año uno de los principales dolores de cabeza de las autoridades chinas, puesto que el consumo de productos de primera necesidad continua siendo el principal gasto de muchas familias.
Cualquier alteración brusca al alza puede provocar la reacción airada de colectivos poco favorecidos por el dinámico crecimiento chino.
Las medidas de enfriamiento adoptadas por el gobierno de Pekín han conseguido moderar la inflación en agosto, respecto al pico registrado en julio.
Los precios al consumo crecían en agosto un 6,2% respecto al mismo mes del año anterior, tres décimas por debajo del 6,5% del mes de julio, el máximo nivel de encarecimiento de la vida de los últimos tres años.
Los productos más sensibles de la cesta de la compra, es decir, todos aquellos relacionados con la alimentación, se encarecían un 13,4% en agosto, frente al 14,8% el mes anterior.
Los analistas consideran que el gobierno chino será capaz de conseguir forzar un aterrizaje suave de los precios, sobre todo empujados hacia arriba por sectores especulativos como la construcción, al tiempo que podrá mantener crecimientos por encima del umbral mínimo requerido para preservar la estabilidad social, es decir, el 8% del PIB.