Redacción
21/07/2011
Japón ha registrado en junio su primer superávit comercial en tres meses, es decir desde que el tsunami del 11 de marzo y la posterior crisis nuclear de Fukushima se cobraran un alto precio en la economía nipona.
Aunque leve, el superávit de junio, equivalente a 898 millones de dólares según los
datos oficiales, contradice las previsiones apuntadas por los analistas, que hablaban todavía de déficit.
Sin embargo, la caída de las exportaciones se ha frenado en junio para situarse tan solo en el 1,6%, un muy ligero retroceso frente a los de dos dígitos vistos en los dos meses anteriores.
Las importaciones crecieron este mes pasado un 9,8%, por lo que el saldo ha acabado siendo positivo para el sector exportador nipón.
Este superávit imprevisto demuestra la capacidad de los fabricantes de manufacturas japoneses para adaptarse a la nueva situación creada tras el tsunami.
De alguna manera, las factorías han conseguido desviar su producción a turnos de fin de semana para compensar las limitaciones energéticas que en las jornadas laborales de entre semana han tenido que imponerse por el cierre de Fukushima y de otras centrales no averiadas pero consideradas poco seguras.
Al menos esta ha sido la solución encontrada por los grandes fabricantes japoneses para sortear los déficits de suministro eléctrico, una fórmula que los analistas no creen que vayan a poder mantener en agosto, cuando el consumo sube para contrarrestar las altas temperaturas.
También existen factores externos que comprometen la continuidad de las buenas cifras de junio en comercio exterior.
El ritmo de la demanda procedente de Estados Unidos, China y la Unión Europea no está precisamente garantizado, por la coyuntura propia de cada uno de estos mercados.
China, que en los últimos meses se ha convertido en uno de los principales motores de la industria exportadora japonesa, intenta enfriar su economía para frenar el evidente riesgo de descontrol de la inflación.