Redacción
25/03/2011
Los esfuerzos por restaurar los sistemas de refrigeración en la central nuclear de Fukushima Daiichi y controlar los escapes de vapor siguen a pesar de que los altos niveles de radiación detectados ayer jueves obligaron a suspender los trabajos.
La Agencia de Seguridad Nuclear de Japón ha comunicado a la prensa que es muy posible que el aumento de la radiación se deba a
daños graves en el reactor número 3. Se teme que se haya producido una fisura o grieta en la vasija y las funciones de contención del combustible se estén debilitando.
Ayer tres empleados tuvieron que ser hospitalizados con quemaduras en los pies al estar expuestos, mientras trabajaban en contacto con el agua, a una radiación 10.000 veces superior a la permitida en la sala de turbinas del reactor 3.
El ministro de Defensa ha confirmado que el ejército de Estados Unidos colaborará en los trabajos de inyectar agua para refrigerar los reactores.
Tepco, la empresa que explota la central, calcula que todavía se tardará un mes para conseguir parar y enfriar la actividad de la central nuclear ya que a pesar del tiempo transcurrido no se ha podido realizar una verdadera valoración de los daños.
El gobierno ha aconsejado a la población que vive entre 20 y 30 kilómetros de la central que abandonen sus hogares y se trasladen a refugios. De momento la
evacuación es voluntaria pero no se descarta que en breve se amplíe la actual zona de evacuación obligatoria de los 20 kilómetros a los 30.
La decisión parece confirmar que se espera que el escape de materiales radiactivos siga durante un tiempo.
La preocupación de la población ante el peligro de contaminación radiactiva de agua y alimentos va en aumento ante el continuo goteo de noticias contradictorias.
El gobierno asegura que los niveles de contaminación en el agua de Tokio han descendido, sin embargo ha saltado la alarma en otras seis prefecturas del norte de Japón en las que el agua no es apta para el consumo de bebés.
Se mantiene la prohibición de comercialización de 11 especies de verduras de hoja verde, como las espinacas, y de productos lácteos provenientes de las zonas cercanas a la central. También se ha reconocido que se han encontrado índices de radiactividad en verduras cultivadas en Tokio, aunque aseguran que no se han comercializado.
10.000 muertos
Quince días después del terremoto y posterior tsunami que arrasó la costa noroeste de Japón las autoridades han confirmado que el número oficial de muertos supera los 10.000 y hay 17.440 desaparecidos.
Se teme que el número final de víctimas de la catástrofe se eleve a más de 20.000. El temor al peligro nuclear mitiga en los medios de comunicación, especialmente en los extranjeros, el impacto de esta tragedia la más grave en coste de vidas humanas desde la II Guerra Mundial.
Cerca de 250.000 personas permanecen todavía evacuadas en refugios de emergencia con problemas de suministros de electricidad y alimentos. Al menos 18.000 casas han sido destruidas y más de 130.000 han resultado seriamente dañadas. El gobierno ha calculado en 309.000 millones de dólares el coste de la reconstrucción.
Las críticas a la gestión del primer ministro Naoto Kan arrecian, incluso dentro de su propio partido. Se critica el escaso liderazgo en este momento de crisis y la falta de un plan de acción claro.