Redacción
05/01/2011
La misma semana en que el primer ministro Yousuf Raza Gilani y el presidente Asif Alí Zardari negocian a contrarreloj con la oposición para salvar el gobierno, la política pakistaní ha sufrido un nuevo golpe con el asesinato de Salman Taseer, un líder muy cercano a Zardari.
Taseer, considerado moderado y liberal, ha sido asesinado por su posición contraria a la ley de la blasfemia y sobre todo por haber pedido el perdón para una cristiana condenada a muerte bajo esta ley, según la declaración del propio asesino confeso.
La ley de la blasfemia, implantada hace tres décadas, castiga con la pena de muerte cualquier acción que se considere un insulto al Islam. La oposición de Taseer a esta ley había desencadenado varias manifestaciones en contra de su posición en los últimos días.
Este asesinato, el de más alto nivel en el país desde el atentado contra Benazir Bhutto, ex primera ministra y esposa del actual presidente, en diciembre de 2007, hace temer que sectores islamistas radicales se estén
infiltrando en la policía y en las fuerzas de seguridad del país.
La investigación deberá determinar hasta qué punto el asesino actuaba solo o si tenía el apoyo de redes islamistas, pero esta muerte pone en evidencia una vez más el riesgo que corren los políticos pakistaníes si se posicionan contra los sectores radicales, justo cuando desde Estados Unidos se exige una posición más firme de Islamabad contra los talibanes y Al Qaeda.
Además, este asesinato se ha producido en un momento muy delicado para el gobierno, que en la última semana ha perdido el apoyo de uno de los principales socios de la coalición, el MQM. La marcha de los 25 diputados de esta formación ha dejado a la coalición en minoría. Anteriormente había abandonado el gobierno otro partido minoritario, el Jamiat-i-Ulema Islam. En total, el PPP de Zardari y Gilani se queda a 14 escaños de la mayoría y podría tener que enfrentarse a una cuestión de confianza.
El tema que ha provocado esta
crisis ha sido la decisión del gobierno de aumentar el precio del carburante. El principal líder de la oposición, Nawaz Sharif, del PML-N, había dado un margen de tres días al gobierno para rectificar, aunque tras el asesinato de Taseer ha anunciado el aplazamiento del
ultimátum a después de los tres días de luto oficial.
Nawaz Sharif ha anunciado que por el momento no contempla forzar la cuestión de confianza para tumbar a Gilani, aunque sí que amenaza con echar al PPP del gobierno de Punjab, la provincia más poblada de Pakistán y donde gobernaba Taseer.
Para evitarlo, el gobierno debería aceptar una lista de nueve recomendaciones presentadas por Sharif para salir de la actual crisis. Además de revocar la subida de precios del carburante, otra de las demandas exige el recorte del 30% del gasto público.
Si el gobierno las acepta y las empieza a implementar en el plazo de 45 días, el PML-N se comprometería a reunir a otros partidos de la oposición para apoyar al gobierno en la aplicación de esta agenda.
Pero los problemas no vienen solos. Y a esta crisis política hay que añadirle graves problemas económicos, con una galopante inflación del 15%, más cortes en el suministro de gas, electricidad y carburante de los habituales y el freno a un esperado crédito del FMI.
La entidad financiera considera que la situación económica es mucho peor de lo anunciado y ha parado el pago de 5.300 millones de dólares del total del 11.300 millones acordado. La oposición pakistaní considera que el aumento de precios del carburante agravará el déficit y, por lo tanto, aumentará la desconfianza del FMI en la economía del país.