Redacción
07/09/2010
Diecisiete días después de las elecciones y tras un apretado resultado entre el partido en el gobierno liderado por Julia Gillard y la coalición conservadora de Tony Abbott, que abre el primer periodo desde el final de la Segunda Guerra Mundial sin mayorías claras en el Parlamento australiano, los laboristas han ratificado un pacto de gobierno.
Las largas negociaciones han finalizado con el anuncio realizado por dos diputados independientes, Rob Oakeshott y Tony Windsor, que darán su apoyo a la formación de centro izquierda de Julia Gillard.
En rueda de prensa, los
dos diputados independientes han destacado que con el acuerdo se tendrá más en cuenta los intereses de la Australia rural y se asegura que la nación tenga un gobierno estable. A pesar de ello, han afirmado que si se incumplen los compromisos no dudarán en forzar una moción de confianza.
El líder conservador Tony Abbott había conseguido el apoyo del tercer diputado independiente, Bob Katter, que ha negociado con los dos partidos mayoritarios. El acuerdo hace sumar 76 escaños al partido laborista, frente a los 74 que reúnen los conservadores.
Julia Gillard consigue salvar el gobierno y seguramente su carrera política. La crisis que ella misma provocó en su partido al cuestionar el liderazgo del primer ministro Kevin Rudd, forzar su dimisión y sustituirlo el pasado junio, junto a la arriesgada decisión de convocar elecciones anticipadas, se ha demostrado una estrategia equivocada.
No sólo no ha combatido la caída del apoyo popular a Rudd sino que el electorado ha castigado su oportunismo político. El resultado es que los laboristas se enfrentan a una nueva legislatura con una precaria mayoría que obligará al pacto continúo.
Gillard, tras pasar a la historia por ser la primera mujer en dirigir el gobierno australiano, ha estado a punto de convertirse en el primer ministro más breve de la historia australiana.