Redacción
19/07/2010
La decisión de la primera ministra australiana, Julia Gillard, de adelantar las elecciones al próximo 21 de agosto tras tan sólo tres semanas en el poder ha provocado duras críticas del líder conservador, Tony Abbott.
La oposición conservadora considera que Gillard no puede concurrir a unas elecciones sin haber demostrado que es capaz de liderar el gobierno ni aclarar cuáles son sus credenciales políticas.
Gillard se hacía cargo a finales de junio del gobierno australiano tras desbancar en el liderazgo de los laboristas al primer ministro Kevin Rudd por su pérdida de popularidad.
Hasta ese momento, Gillard había gobernado junto a Rudd como número dos desde que en 2007 éste consiguiera derrotar a los conservadores tras once años en el poder. Abbott había declarado que la sustitución de Rudd por Gillard no era más que pasar de un “incompetente a otro incompetente”.
A pesar del cambio en la cúpula laborista, los comicios estaban previstos para otoño y los conservadores confiaban en aprovechar este plazo de tiempo para intentar acabar de hundir la popularidad del gobierno.
El laborismo australiano ha remontado en las encuestas tras la llegada de Gillard, pero aun así ahora solamente conservan una leve ventaja sobre los conservadores.
Con todo, sin tiempo que perder, la carrera electoral ya ha empezado. Abbot, en una
entrevista en Radio 3AW, prometía no cambiar la legislación industrial si llega al gobierno y señalaba que las políticas laboristas están muertas, quemadas y enterradas.
Por su parte, la primera ministra Gillard ya ha llegado a un acuerdo preelectoral con el partido de
Los Verdes.
Se espera que los principales
temas de debate durante la campaña serán la economía, la sanidad, el cambio climático y la inmigración. Los dos grandes partidos, laboristas y liberales, creen que será una dura lucha con un resultado ajustado.
Los dos escollos que más influyeron en la caída de popularidad de Kevin Rudd y que con toda probabilidad tendrán su espacio en las discusiones preelectorales fueron el fracaso en aprobar una ley para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y el intento de imponer una tasa a las industrias mineras australianas.