Covadonga G. Lahera
05/05/2010
Sobrepasados treinta minutos del metraje de “El vuelo del globo rojo” (Le voyage du ballon rouge, 2007), la cámara captura un instante especialmente conmovedor y significativo: sobre un suelo asfaltado, diversas sombras se suceden. La cámara va entonces ascendiendo para mostrarnos la razón física de esas siluetas: los caballitos de un tiovivo en marcha y los niños que “galopan” a un ritmo establecido. En esas sombras escurridizas transcurren muchas de las historias de Hou Hsiao-hsien (HHH), entre ellas se mueven muchos de sus personajes, tras ellas pueden adivinarse en este último filme desde la infancia o edad de la imaginación hasta los orígenes del mismo cinematógrafo.
“Orígenes” es curiosamente el nombre de una pieza dirigida por Song (Fang Song), la au pair o niñera pekinesa que estudia cine en París y que HHH utiliza como alter ego, como intermediaria entre él –cineasta taiwanés nacido en la china continental y que no habla francés- y la realidad parisiense que desconoce.
De esa ignorancia consciente y responsable surge parte de la frescura de un filme construido en gran medida sobre improvisaciones interpretativas, sin un guión explícito ni unos diálogos marcados. Junto a Song, el realizador de “Millenium mambo” (Qian xi man po, 2001) sitúa en el centro de la narración a Suzanne (Juliette Binoche), una madre separada que trabaja en funciones de marionetas, y a su hijo Simon (Simon Iteanu), cómplice de Song en su seguimiento del globo rojo por las calles de París.
El punto de vista de HHH en “El vuelo del globo rojo” se sitúa constantemente, y mediante su alter ego, la estudiante-au pair de Pekín, tras una mampara cristalina, tras una barrera transparente que nos convierte en observadores silenciosos de los protagonistas de la ficción. Las ventanas de una vivienda, de una cafetería o de un vehículo, el cristal separador del tablero de un pinball o una jukebox, la pantalla de un ordenador, una televisión o una videoconsola, el visor de una cámara… Huo Hsiao-hsien se sabe un visitante extraño, un paseante extranjero en un lugar desconocido y filma con coherencia desde la distancia de un ejemplar observador.
Próxima estación: París
El desembarco profesional de HHH en París respondió a la llamada que el Museo d’Orsay efectuó a cuatro cineastas para conmemorar su veinte aniversario. Además de HHH, Jim Jarmusch, Raoul Ruiz y Olivier Assayas, el único que además del asiático llegó a materializar el encargo con Las horas del verano (Les heures de l’eté, 2008) y que curiosamente fue, durante su etapa de crítico, uno de los descubridores de Hou. La premisa fundamental del trabajo consistía en que el museo debía estar presente en el filme de algún modo.
Así comenzaron a surgir las fuentes clave de “El vuelo del globo rojo”: el cuadro Le ballon (Félix Vallotton, 1899), que alberga el Museo d’Orsay, y tras la lectura de “De París a la Luna”, obra del reportero americano del New Yorker Adam Gopnik, el filme El globo rojo (Albert Lamorisse, 1956), cuatro años después de que HHH hubiese dedicado un hermoso homenaje a Yasujiro Ozu en “Café Lumière” (Kôhî jikô, 2003).
Por supuesto, HHH no es el único director asiático que ha rodado recientemente en Europa y concretamente en la capital francesa. Es más, este hecho se presenta como una interesante tendencia donde los puentes que ligaban a los realizadores orientales con las nuevas olas del cine europeo (neorrealismo italiano, nouvelle vague…) se hacen más palpables que nunca a partir de dichos rodajes.
Antes del desembarco de Hou, el japonés Nobuhiro Suwa ya había situado en París “Un couple parfait” (2005), su relectura de Te querré siempre (Viaggio in Italia, Roberto Rosellini, 1954) y un año después colaboró con la pieza “Place des Victoires” en el filme colectivo Paris, je t’aime (2006).
El coreano Hong Sang-soo rodó también en “la ciudad de las luces” Night and day (Bam gua nat, 2008) y Tsai Ming-liang, taiwanés nacido en Malasia, acaba de concluir “Visages” (2009), un encargo del Museo del Louvre con un plantel desorbitante de estrellas galas –además de su habitual Lee Kang-sheng, ha contado con Mathieu Amalric, Jeanne Moreau, Fanny Ardant, Nathalie Baye, Laetitia Casta y el legendario Jean-Pierre Léaud.
El globo rojo está ya presente en el título mismo del filme de Hou, aunque su primera aparición formal se produce fuera de campo. Lo adivinamos en algún punto alto junto a la parada “Metropolitan” del metro parisino donde el pequeño Simon pretende atraer su atención a cambio de “una cosa más grande de lo que te puedas imaginar”.
Ese globo rojo que en la película-referente de Albert Lamorisse no sólo se anticipaba en el título, sino en el fondo escarlata sobre el que se insertaban los títulos iniciales, adquiere en el filme de HHH una presencia mucho más volátil, inesperada e inasible. A diferencia de Pascal, el hijo de Lamorisse que interpretaba el filme de su padre, Simon no llega a agarrar el cordel del globo rojo, ni a transitar junto a su especial compañero por las calles de París, ni a resguardarlo de la lluvia bajo el paraguas de algunos transeúntes… Es una relación furtiva que surge dentro de la película como integrante de una nueva ficción, el rastro de un filme pasado que una estudiante pretende atrapar con su cámara digital más de medio siglo después. Ha pasado el tiempo. En el siglo XXI, el globo es conducido por alguien que no vemos. Está, pero no está. Fue borrado digitalmente. Un personaje lo desvela irónicamente: “¿Y ése de verde con el globo rojo?”.