Karzai busca la reconciliación con los talibanes, pero las víctimas afganas quieren justicia

Eva Queralt 29/01/2010 El presidente afgano Hamid Karzai consigue el apoyo internacional para dialogar con los talibanes y buscar la reconciliación nacional, pero las víctimas no olvidan los últimos treinta años de guerras y luchan para que se haga justicia.

La conferencia internacional celebrada en Londres sobre el futuro de Afganistán, que ha reunido a 70 países, ha concluido con el apoyo al presidente Hamid Karzai para que inicie el diálogo con aquellos talibanes que estén dispuestos a abandonar las armas.

Aunque sin entusiasmo por parte de la diplomacia norteamericana, la comunidad internacional cree que tras ocho años de intervención y con el empeoramiento de la situación en los últimos años, la vía militar necesita complementarse con medidas de este tipo para sustraer a la población civil de la influencia de los milicianos islamistas.

El enviado de Naciones Unidas a Afganistán, Kai Eide, ya habría mantenido recientemente un contacto con los talibanes en Dubai, aunque esta reunión no ha sido confirmada oficialmente. Los portavoces talibanes, por su parte, afirman que no tienen ningún interés en negociar con Karzai pero que están considerando la posibilidad de entrar en conversaciones.

Para convencer a los talibanes desencantados, la comunidad internacional ha previsto un presupuesto de 140 millones de dólares que servirían para reinsertar a aquellos talibanes que no sean miembros de Al Qaeda y que acepten la Constitución de 2004, algo nada evidente para un talibán, dado que supone reconocer, entre otras cosas, la igualdad entre hombres y mujeres.

Algunos ejemplos en esta dirección ya han demostrado las dificultades que supone. The New York Times explica el caso de una tribu pastún que ha decidido colaborar con los aliados contra la presencia de talibanes en la región y que además ha enviado a una parte importante de sus jóvenes al ejército afgano.

A cambio, deben recibir un millón de dólares en proyectos de desarrollo en la zona. Pero ahora la tribu ha quedado a la merced de los ataques talibanes y si el dinero no llega pronto los líderes tribales tampoco podrán asegurar la fidelidad de los miembros de la comunidad a esta iniciativa.

Una sociedad decepcionada

La responsable de la Unidad de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Afganistán, Norah Niland, reconocía en declaraciones a asiared que actualmente es más difícil trabajar con la población afgana que hace unos años debido a que han perdido la confianza en el cambio que esperaban con la intervención internacional.

La población afgana ha dejado de creer en un sistema político que protege y ampara a criminales y corruptos. Y no se trata sólo de los talibanes con quienes ahora se quiere negociar, sino de los llamados señores de la guerra, que arrasaron el país en los años 90 y que ahora gobiernan junto a Karzai, con total impunidad, en compensación por haber ayudado a la comunidad internacional a acabar con el régimen talibán.

El propio embajador en funciones de Afganistán en España, Gul Ahmad Sherzada, reconocía esta semana que uno de los principales problemas del país es el poder que mantienen los señores de guerra. Lo declaraba en el marco de las jornadas “Afganistán: un grito contra la impunidad”, organizado por la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA).

Estas jornadas celebradas en Barcelona reunieron durante los días previos a la conferencia de Londres a miembros de instituciones internacionales con expertos y representantes de la sociedad afgana para hablar sobre justicia y la lucha de las víctimas contra la impunidad en Afganistán.

La Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC, en inglés) realizó una encuesta a gran escala en 2004 cuyas conclusiones, recogidas en el informe “A call for justice”, indicaban que el 61% de los afganos no quería una amnistía y que el 76% esperaba que los criminales del pasado fueran juzgados como paso previo hacia la seguridad y la estabilidad en el país.

“Tuvimos que hacer este estudio porque vimos desde el primer momento que la comunidad internacional no estaba interesada en dar demasiada importancia al pasado, pensaba que había que priorizar la estabilidad a la justicia e ignoraron el sufrimiento de la sociedad afgana”, explicaba a asiared Sima Samar, presidenta de la AIHRC.

También Hadi Ogal, investigador afgano de Human Rights Watch, criticaba que la falta de atención a las víctimas que luchan contra la impunidad ha sido un problema desde la conferencia de Bonn de 2001, cuando se sentaron las bases del nuevo estado.

En 2005, el propio Karzai aprobó un plan de acción para la paz, la reconciliación y la justicia para el periodo 2006-2009. Las organizaciones civiles lucharon mucho para conseguir este plan que apostaba por un proceso de justicia transicional. Pero ha caducado el periodo y no se ha avanzado nada.

Ahora ni la estrategia internacional ni la de Karzai siguen esta dirección y, coincidiendo con la celebración de estas jornadas y de la conferencia de Londres, Naciones Unidas ha levantado las sanciones a cinco ex combatientes talibanes que habían abandonado las armas. La acción sirve de ejemplo para quienes quieran seguirles.

Sima Samar considera que aunque la ONU saque los nombres de los talibanes de las listas de criminales estos “no dejarán de matar ni compensarán a sus víctimas”. No rechaza entablar conversaciones con ellos porque es partidaria de negociar en los conflictos, pero no ve qué se les puede ofrecer ni en qué condiciones se podría dialogar.

Además, añade: “Yo no sé si hay varios tipos de talibanes, pero yo no veo las diferencias, y si quieren entrar en el juego político deben aceptar la Constitución, ante esto no podemos ceder”.