Afganistán: de nuevo Karzai

Eva Queralt 03/11/2009 El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, repetirá en el cargo al haber sido cancelada la segunda vuelta de las elecciones presidenciales tras la retirada del candidato opositor, Abudllah Abdullah, antiguo ministro de Exteriores del propio Karzai entre 2001 y 2006 y que se presentaba ahora como alternativa renovadora.

Tras la victoria y ante las negociaciones para la formación del gobierno, Karzai ha tomado un tono moderado y ha declarado en su primera intervención que el gabinete será integrador para que todos los afganos se puedan sentir representados en él. También ha anunciado que trabajará para acabar con el estigma de gobierno corrupto.

Este tono conciliador podría significar que Abdullah Abdullah será ‘recompensado’ por haber abandonado la carrera electoral con algún importante cargo, como parece ser la opción de la comunidad internacional, que prefiere un gobierno de unidad nacional.

Y también pone de manifiesto que la convivencia interétnica se ha debilitado durante este proceso electoral, en el cual los tayicos, como Abdullah, se han visto menospreciados por los pastunes, como Karzai.

En este primer discurso, Karzai abría además los brazos a los talibanes que quieran cambiar de bando y abandonar las armas. Sin embargo, éstos han difundido rápidamente un comunicado en el cual reiteran su lucha contra un gobierno que consideran manipulado desde Washington y Londres.

Retirada inusual

Tras ser proclamado ganador, Karzai se lamentaba de la retirada de Abdullah, pero se congratulaba porque se habían seguido las leyes afganas en el proceso electoral. No debe pensar lo mismo Abdullah, quien a escasos días de la celebración de la segunda vuelta decidía no seguir con un proceso que no le merecía credibilidad, dado que no veía signos de que las irregularidades cometidas en agosto fueran resueltas ahora.

Abdullah cumplía así su amenaza de tirar la toalla si no se daban ciertas condiciones que él consideraba imprescindibles para la credibilidad de la votación, como la destitución del responsable de la CEI, muy cercano a Karzai.

Hamid Karzai fue el candidato más votado en la primera vuelta celebrada el 20 de agosto, aunque tras semanas de confusión se le atorgó un 49,6% de los votos, resultado insuficiente por un punto para evitar una segunda ronda.

Sin embargo, tras el primer mandato de cinco años, la popularidad de Karzai se encuentra por los suelos por las innumerables sospechas que le vinculan con la corrupción e incluso en narcotráfico.

Por ello, tras felicitarle por la victoria, el presidente Obama le ha reclamado que en esta nueva legislatura haya cambios radicales, especialmente en relación al compromiso del gobierno en la lucha contra la corrupción.

El papel de Naciones Unidas

En medio de la desconcertante situación provocada por la retirada de Abdullah, llegaba a Afganistán el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. Se trataba de una visita anunciada para dar su apoyo a los empleados de la organización que trabajan en el país tras el atentado que la semana pasada acababa con la vida de cinco de ellos.

Sin embargo, su intervención, así como la del enviado especial de la ONU Kai Eide, y la presión norteamericana, habrían forzado a la CEI a resolver con celeridad una situación que se estaba alargando demasiado y añadía inestabilidad al país, proclamando así la victoria de Karzai.

Según la ley afgana, las elecciones se debían celebrar aunque fuera con un solo candidato, pero la comunidad internacional habría convencido a la CEI de que no valía la pena el coste económico, de medios y de seguridad para una votación intranscendente.

Desde Londres ya se había valorado positivamente que Abdullah renunciara para evitar mayores divisiones ante una segunda vuelta fuertemente condicionada por el boicot talibán y la sospecha de fraude.

Washington, por su parte, esperaba la resolución del proceso electoral para decidir y anunciar su nueva estrategia para Afganistán, por lo que tampoco le convenía seguir en la incertidumbre.

Además, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ya había declarado que Estados Unidos seguiría apoyando al presidente Karzai y que la retirada de Abdullah no significaba el descrédito de los comicios.

Con todo, la segunda vuelta había de dar a Karzai una fuerza y una legitimidad democrática de la que ahora carece, por lo que Estados Unidos seguirá teniendo en Afganistán un aliado débil, con una administración roída por la corrupción, y que debe enfrentarse a ineludibles retos como la lucha contra el terrorismo.

Karzai ha prometido que la ‘nueva’ administración afgana pondrá más de su parte para la estabilización del país, pero los gobiernos occidentales necesitan verdaderamente este cambio para seguir justificando su intervención –tanto en lo económico como en lo militar- ante sus ciudadanos.