Redaccion
28/07/2009
Susilo Bambang Yudhoyono, conocido por las siglas de su nombre SBY, ha obtenido el 60,8% de los votos y se ha declarado vencedor en 28 de las 33 provincias del país. Los contundentes datos definitivos de la Comisión Electoral hacen innecesaria una segunda vuelta y ratifican el segundo y último mandato del presidente.
El ex general Yudhoyono, de 59 años, llegó a la presidencia del país en 2004 en las primeras elecciones por sufragio universal que se convocaron en Indonesia tras el derrocamiento del dictador Suharto en 1998. Su reelección supone una apuesta del electorado por la continuidad y la estabilidad.
A pesar del recuento oficial, la líder de la oposición y ex presidenta del país, Megawati Sukarnoputri, y el tercer candidato, Jusuf Kaila, han decidido recurrir los resultados y exigir nuevas elecciones ya que denuncian que se depositaron millones de votos falsos o duplicados a favor de Yudhoyono.
Aunque los analistas aseguran que el recurso tiene pocas posibilidades de prosperar, el Tribunal Constitucional lo revisará el 4 de agosto y se espera una decisión para mediados de agosto.
Megawati Sukarnoputri, una mujer con pedigrí político que fue presidenta del país entre 2001 y 2004 y es hija de Sukarno, el primer presidente de Indonesia independiente, ha obtenido el 26,79% de los votos, con un programa de marcado acento nacionalista y populista en que reivindica más proteccionismo económico frente a la crisis.
En tercer lugar, con el 12,4% de los votos, ha quedado el hasta las elecciones vicepresidente del país, Jusuf Kaila, que se ha presentado como independiente al no alcanzar un acuerdo con Yudhoyono y defendía un programa claramente conservador.
La cómoda victoria de Yudhoyono le permitirá persistir en las reformas económicas que necesita el país. El presidente se ha presentado a las elecciones con el ex gobernador del Banco Central de Indonesia, Boediono, como número dos, una clara apuesta por marcar un perfil económico.
Aunque la situación económica de Indonesia no es tan dura como la de algunos de los vecinos asiáticos ya que se espera que el PIB crezca un discreto, pero a la vez respetable 4%, son necesarias las reformas para impulsar la economía.
De momento SBY, con un programa basado en la lucha antiterrorista, contra la corrupción y la liberalización económica, ya había aprobado paquete de ayuda por valor de 6.975 millones de dólares para invertir en infraestructuras, subvencionar la energía y dar ayudas directas para alimentos a los más pobres. Sin embargo, durante la campaña también se le había echado en cara la tibieza mostrada contra las presiones de los grupos islamistas, y el escaso cumplimiento de las reformas legales y laborales prometidas en la anterior legislatura.
Los resultados han confirmado lo que adelantaban las encuestas. La mayoría de los cerca de 176 millones de electores indonesios, el país con mayor población musulmana del planeta, confía en el presidente y desea estabilidad.
Y a escasos nueve días de las elecciones la realidad ha puesto de manifiesto esa necesidad de estabilidad.
Un doble atentado en el distrito financiero de Yakarta contra dos hoteles internacionales, el JW Marriott y el Ritz-Carlton, causaba 9 muertos y una cincuentena de heridos. El atentado, atribuido a la red islamista Jemaah Islamiah, recordaba episodios parecidos ocurridos en la capital en el 2003 y 2004. Al igual que entonces la acción terrorista iba dirigida contra occidentales, por tanto contra las inversiones extranjeras que tanto se esfuerza el gobierno por atraer y recordaba la necesidad no sólo de estabilidad económica sino política y social que necesita Indonesia.